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martes, 18 de agosto de 2015

LA ADIVINACION POR LOS GRANOS DE MAIZ

Método diagnóstico utilizado por los adivinos mexicanos para conocer el origen de la enfermedad y el tratamiento requerido para curarla. Además, se utiliza para conocer el estado del tiempo y averiguar el paradero de personas extraviadas, así como para predecir el futuro.

Es un procedimiento practicado por un gran número de grupos indígenas: nahuas, huastecos, mazatecos, tzotziles, tlapanecos y purépechas. Existe una gran variedad de técnicas, pues algunas etnias usan granos de diferentes colores, otras tiran los maíces sobre un lienzo blanco, y otras más los arrojan a una palangana que contiene agua. Suelen emplear diferente número de granos: por ejemplo, los mixes disponen de dieciocho, los zapotecos de cuatro a cien y los tlapanecos de veintidós a cuarenta o sesenta granos. Una vez seleccionados, los granos de maíz adquieren una virtud especial y se guardan en bolsas para ser utilizados en los rituales terapéuticos. Generalmente, el sortilegio se realiza frente a altares, que son preparados por los adivinos al mismo tiempo que pronuncian plegarias y oraciones.

Entre los nahuas del norte de Veracruz, con granos de maíz el adivino predice el futuro, diagnostica las causas de la enfermedad y determina su tratamiento. El procedimiento se realiza en casa del adivino, frente a su altar. Sobre un lienzo blanco desplegado en el suelo, dispone en uno de los extremos, una hilera de monedas intercaladas con pequeños objetos de origen prehispánico, pueden ser figuras de barro, cabezas de hacha u otros. En el extremo opuesto forma otra hilera con cristales y espejos. Una vez acomodados los objetos, el adivino utiliza catorce granos de maíz; los sahuma y canta a los espíritus del monte para que lo guíen. 

Después lanza los granos y observa su distribución en el piso: cuando caen tres semillas juntas, indica que la enfermedad es causada por el fogón de la casa; en el caso de que seis granos se agrupen formando un círculo, se verifica que el padecimiento tuvo su origen en un manantial; si caen en forma de cruz, el extremo más largo suele indicar la dirección de proveniencia de la enfermedad. También se interpretan otro tipo de lecturas: por ejemplo, de acuerdo con el número de granos que caen cerca de uno de los cristales, los espíritus están indicando el número de gallinas que se deben sacrificar en el ritual curativo; cuando caen tres granos cerca de una de las monedas es señal de que la enfermedad fue provocada por brujería.

Para los huastecos, cualquier enfermedad prolongada, accidente o infortunio puede interpretarse como resultado de la brujería, por lo que se recomienda consultar a un adivino para averiguar quién ha sido el causante del maleficio. El especialista coloca un vaso de agua frente al enfermo y arroja granos de maíz rojo de uno en uno, a la vez que el paciente pronuncia diferentes nombres de enemigos suyos. Si alguna de las semillas flota al momento de pronunciarse el nombre de un posible agresor, el adivino confirmará que esa es la persona que mandó la enfermedad.

En la comunidad mazateca de Ojitlán, Oaxaca, el especialista adivina, en casa del enfermo, la clase de malestar que éste padece. Extiende una manta en el suelo y coloca sobre ella algunas figuras de barro, monedas antiguas que lleva consigo, además de dos gallinas, flores, aguardiente y un puño de granos de maíz, proporcionados por los familiares. Se hinca delante del doliente y entona plegarias al "rey de los animales", encarnado en las figuras de barro antes mencionadas. Después, toma un buche de aguardiente y lo asperja sobre aquéllas, repitiendo esta acción tres veces. Con las dos manos toma los granos de maíz y los sacude, a la vez que pronuncia unas oraciones, para luego arrojarlos sobre las figuras. Se sienta y observa la forma en que cayeron: si se ordenaron en hilera, el enfermo deberá guardar cama durante mucho tiempo; si forman un cuadrado, es indicio de una muerte probable.

En Soyaltepec, Oaxaca, el terapeuta utiliza veintidós granos extraídos de una mazorca que contiene doce carreras: a diez les saca dos granos y a las dos restantes, un grano a cada una. Para elaborar su diagnóstico coloca una sábana sobre el suelo, toma los granos con las manos y los arroja sobre ella: si una semilla cae parada y otra apunta hacia el este, el enfermo sanará; si uno o dos maíces caen de canto, el paciente seguirá enfermo; si acaso algunos se enciman, con el corazón hacia abajo, la persona se agravará; y cuando un grano queda en medio y rodeado de otros, pronto morirá.

Para los mazatecos, un susto es cualquier enfermedad que se manifiesta de manera repentina, síndrome que adquiere diversas modalidades. Mediante la adivinación con granos de maíz, el terapeuta puede determinar el tipo de espanto que sufre el paciente; es decir, si se cayó de alguna bestia, de un árbol, en las aguas de un río, o si lo espantó un perro, una culebra, etcétera. Por ejemplo, el curandero asienta en el suelo, frente al altar, un petate y sobre él extiende una manta blanca. Toma cuarenta maíces y los sahuma con copal para purificarlos. Después los avienta sobre la manta y observa los patrones resultantes. Repite esta acción tres veces y, simultáneamente, invoca a los santos. Las constelaciones formadas por los granos indican el lugar donde el enfermo se asustó y perdió su alma. Sigue arrojando el maíz para así guiar el regreso de la entidad anímica al cuerpo del doliente.

Métodos similares utilizan los zapotecos y mixes, grupos también oaxaqueños, salvo que los primeros realizan sus adivinaciones con cincuenta y dos maíces, y en lugar de sahumarlos, les soplan su aliento.

Entre los tlapanecos de Guerrero, la adivinación con granos de maíz se realiza a manera de interrogatorio, donde los resultados del procedimiento indican un sí o un no. El especialista coloca sobre el suelo un montón de sesenta semillas y lo divide en dos pilas; en cada una cuenta los granos de dos en dos. Si los montones son impares, quedando sólo un grano en cada lado, la interpretación es afirmativa; si por el contrario, los dos son pares, la lectura es negativa.

Entre los tzotziles de Zinacantán, Chiapas, si el h'ilol, después de pulsar al enfermo, determina que el padecimiento se debe a la pérdida de algunas de las partes de la entidad anímica llamada ch'ulel, recurre a este tipo de adivinación para conocer cuáles de ellas tiene que restituir. Utiliza trece granos de maíz blanco, trece de maíz amarillo, trece de maíz rojo y trece de maíz negro. Los arroja en un recipiente que contiene agua salada, siguiendo el orden antes mencionado. Observa enseguida cuántos de ellos flotan, pues éstos son indicativos del número de partes que ha perdido el ch’ulel. 

Este tipo de lectura data de tiempos prehispánicos. Quien la ejercía era el adivino, atlanteitlaqui, a quien se consultaba para conocer la causa de la enfermedad, y la duración y manera de curarla, así como para determinar malos sucesos, el día propicio para sembrar, cosechar e, incluso, para saber si una persona debía casarse. Existían diversas variantes del método: fuera arrojando los maíces e interpretando los patrones resultantes; o bien, echándolos en un recipiente con agua y estudiando sus movimientos y su propensión a flotar o sumergirse.

Hoy en día, aun muchos pueblos indígenas de México leen el futuro lanzando granos de maíz. La adivinación por los granos de maíz es similar a la lectura del tarot: los granos forman un patrón determinado y los resultados se interpretan de acuerdo con una combinación simbólica de las partes. El método podría llamarse boleomancia (del griego, bole, “lanzar”). Dentro de las culturas mexicas se conocen decenas de técnicas para prácticas mánticas con maíz, y la mayor parte de este conocimiento proviene de códices como el Borbónico, el Tudela y el Magliabechiano.

En el México moderno, los pueblos nahua, huasteco, mazateco, tzotzil, tlapaneco y purépecha a los que se podrían sumar los pueblos mixe, zapoteco y yucateco, siguen practicando este tipo de adivinación. La variedad de técnicas se puede explicar porque muchas etnias usan granos de diferentes colores, unos arrojan el maíz sobre un lienzo blanco y otros lo tiran a un recipiente grande lleno de agua.

También suelen usar diferentes cantidades de granos: por ejemplo, los mixes echan 18, los zapotecas entre cuatro y 100 y los tlapanecos echan de 22 a 40 o incluso 60 semillas. Una vez seleccionados, los granos de maíz adquieren una virtud especial y, como ya hemos comentado, se almacenan en bolsas para su uso en rituales terapéuticos. Hoy en día se siguen realizando los hechizos delante de un altar, y los siguen dirigiendo las oraciones y súplicas pronunciadas por los adivinos.

En un formidable estudio, la Dra. Yolotl González Torres detalla los diferentes tipos de adivinación con granos de maíz y su uso en las culturas mesoamericanas. Aprendemos, por ejemplo, que las diversas técnicas se pueden dividir en dos grandes categorías:

1. Adivinación por los granos de maíz en seco

Al contar los granos, los números variables determinarán cómo se lleva a cabo la adivinación, y el maíz también puede arrojarse con semillas o incluso con objetos como cristales o fragmentos de artefactos arqueológicos.

2. Adivinación por los granos de maíz en el agua

La lectura aquí está determinada por si los granos flotan o se hunden. La adivinación del agua puede cubrir prácticamente todos los aspectos de la vida, por ejemplo, para encontrar objetos perdidos o extraviados, pero se confía especialmente en ella para diagnosticar enfermedades y recomendar curas o procesos de curación.

La misma selección de los granos utilizados también puede ser importante. Las mazorcas específicas se guardan solo para ese propósito y estas pueden ser las más gordas, las que tienen un número específico de filas de granos, las de colores específicos, etc…

Lo fascinante de estas prácticas, que aparentemente nunca se perderán mientras el maíz crezca en los campos, es el importante papel que juega no solo en los mitos, la comida y la identidad mexica, sino también en la incertidumbre que ha inquietado a los hombres desde la antigüedad.


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