Ser afortunado en la vida depende de la posición exacta del Sol y la Luna
en una carta astrológica, que nos informa sobre el uso que hace un individuo de
su voluntad y su sensibilidad. Espero que os agrade.
Actualmente, entendemos por individualidad lo que es el Yo de la persona.
La posición de la parte de la Fortuna en un signo y una casa respectivos,
muestra la porción de alegría que un ser alcanza al desarrollar su conciencia,
por poco que tenga una Voluntad (Sol), una Sensibilidad (Luna) una
individualidad (ascendente) sanas, centradas y serenas.
Al igual que el arcano de la Rueda de la Fortuna, que simboliza entre
otras cosas, la rueda de los renacimientos, el eterno retorno de lo visible a
lo invisible, el ciclo sin fin de la vida a la muerte, el paso siempre repetido
de lo que está arriba a lo que está abajo y de lo que está abajo a lo que está
arriba, el número 10 es un símbolo del Todo que engloba todo lo que es.
Desde Hipócrates hasta Tolomeo, el gran principio de los cuatro elementos
que constituyen el zodíaco y de sus correlaciones, fue aplicado a la medicina y
a la astrología, los que a su vez responde a los cuatro principios del estado
del tiempo: lo cálido, lo seco, lo húmedo y lo frío. El fuego que combina el
calor y lo seco es el elemento de Aries, Leo y Sagitario. La tierra, amalgama
de lo frío y lo seco, es el elemento de Tauro, Virgo y Capricornio. El aire,
compuesto de lo cálido y lo húmedo es el elemento de Géminis, Libra y Acuario,
y finalmente el agua, mezcla de lo frío y de lo húmedo es el elemento de
Cáncer, Escorpio y Piscis.
Si la naturaleza de la voluntad, de los actos y los pensamientos están
inscritos en el hombre, éste tiene la elección de actuar o no actuar, es decir,
de accionar o no la manivela de la noria para hacer girar la rueda de su
destino.
Al signo Libra a veces se lo denomina “el lugar del juicio”, porque allí
se decide y se da el paso irrevocable que separa las “ovejas de las cabras”, o
esas constelaciones regidas por Aries (el Carnero o Cordero) y por Capricornio
(la Cabra). En realidad señala la diferenciación que existe entre la rueda común
de la vida y la revertida. Antes de que Leo-Virgo fuera dividido en dos
signos, Libra se hallaba literalmente a mitad de camino. La situación era la
siguiente:
Aries Tauro Géminis Cáncer Leo
Virgo
Libra
Escorpio Sagitario Capricornio Acuario
Piscis
Y en esta ronda del zodíaco (en lo que concierne a la humanidad) está
descrita toda la historia de la raza. Involucra los comienzos mentales en
Aries (la voluntad de manifestarse) y la iniciativa de la exteriorización de la
vida; en Tauro dirige su deseo, trayendo la manifestación; entonces en Géminis
emerge su conciencia dual o comprensión del cuerpo-alma; en Cáncer avanza el
proceso de la encarnación física, seguido por el desenvolvimiento dual del
cuerpo-alma o conciencia objetiva y subjetiva, y en Leo-Virgo aparece el
hombre-Dios. Luego viene Libra, donde se alcanza, oportunamente, el punto de
equilibrio entre el hombre espiritual y el personal, preparando la etapa para
el quíntuple proceso final, que en realidad es la analogía subjetiva de la
exteriorización en el Sendero de Ida, que se lleva a cabo en el Sendero de
Vuelta, o sendero de Retorno. Después tiene lugar la reversión de la rueda y el
comienzo de la nueva orientación o discipulado en Escorpio, la vida dirigida y
controlada del discípulo en Sagitario, la iniciación en Capricornio, seguida
por el servicio en Acuario y por el trabajo del Salvador del mundo en Piscis. Y
la liberación final.
En este período mundial el signo de la Esfinge se divide en dos (el León
y la Virgen, el alma y la forma), porque el estado de evolución humana y la
comprensión consciente es una dualidad reconocida; sólo en el denominado
“juicio final” se producirá otra fusión y Virgo-Libra formarán un sólo signo,
porque entonces habrá finalizado el sentido del dualismo antagónico del hombre,
y los platillos de la balanza se habrán inclinado finalmente a favor de lo que
la Virgen-Madre ha ocultado para que no se exprese durante eones.
Desde el punto de vista de los signos, el zodíaco puede entenderse como
un recorrido iniciático que muestra la primavera de la vida (aries-géminis), el
verano de la vida (cáncer-virgo), el otoño (libra-sagitario), el invierno
(capricornio-piscis), en los que en cada signo se desarrolla una cualidad del
alma, desde el instinto hasta la inspiración. Desde el punto de vista de las
casas, el recorrido se nace por las condiciones que nos da el medio ambiente,
luchando por aprender en cada ámbito lo necesario para avanzar en el camino
espiritual hasta llegar a la casa XII tal y como lo representan en la serie
infantil Los Caballeros del zodiaco (Los Santos de
Atenea).
El destino del hombre está escrito en el Cielo y lo escribe durante su
vida en la Tierra, calculando con frecuencia las consecuencias de sus actos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario