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lunes, 24 de marzo de 2014

LA RUEDA DE LA FORTUNA Y LA ASTROLOGIA

Ser afortunado en la vida depende de la posición exacta del Sol y la Luna en una carta astrológica, que nos informa sobre el uso que hace un individuo de su voluntad y su sensibilidad. Espero que os agrade.

Actualmente, entendemos por individualidad lo que es el Yo de la persona. La posición de la parte de la Fortuna en un signo y una casa respectivos, muestra la porción de alegría que un ser alcanza al desarrollar su conciencia, por poco que tenga una Voluntad (Sol), una Sensibilidad (Luna) una individualidad (ascendente) sanas, centradas y serenas.

Al igual que el arcano de la Rueda de la Fortuna, que simboliza entre otras cosas, la rueda de los renacimientos, el eterno retorno de lo visible a lo invisible, el ciclo sin fin de la vida a la muerte, el paso siempre repetido de lo que está arriba a lo que está abajo y de lo que está abajo a lo que está arriba, el número 10 es un símbolo del Todo que engloba todo lo que es.

Desde Hipócrates hasta Tolomeo, el gran principio de los cuatro elementos que constituyen el zodíaco y de sus correlaciones, fue aplicado a la medicina y a la astrología, los que a su vez responde a los cuatro principios del estado del tiempo: lo cálido, lo seco, lo húmedo y lo frío. El fuego que combina el calor y lo seco es el elemento de Aries, Leo y Sagitario. La tierra, amalgama de lo frío y lo seco, es el elemento de Tauro, Virgo y Capricornio. El aire, compuesto de lo cálido y lo húmedo es el elemento de Géminis, Libra y Acuario, y finalmente el agua, mezcla de lo frío y de lo húmedo es el elemento de Cáncer, Escorpio y Piscis.

Si la naturaleza de la voluntad, de los actos y los pensamientos están inscritos en el hombre, éste tiene la elección de actuar o no actuar, es decir, de accionar o no la manivela de la noria para hacer girar la rueda de su destino. 

Al signo Libra a veces se lo denomina “el lugar del juicio”, porque allí se decide y se da el paso irrevocable que separa las “ovejas de las cabras”, o esas constelaciones regidas por Aries (el Carnero o Cordero) y por Capricornio (la Cabra). En realidad señala la diferenciación que existe entre la rueda común de la vida y la revertida.  Antes de que Leo-Virgo fuera dividido en dos signos, Libra se hallaba literalmente a mitad de camino. La situación era la siguiente:

Aries            Tauro          Géminis         Cáncer  Leo          
Virgo
Libra
Escorpio       Sagitario      Capricornio    Acuario         
Piscis

Y en esta ronda del zodíaco (en lo que concierne a la humanidad) está descrita toda la historia de la raza.  Involucra los comienzos mentales en Aries (la voluntad de manifestarse) y la iniciativa de la exteriorización de la vida; en Tauro dirige su deseo, trayendo la manifestación; entonces en Géminis emerge su conciencia dual o comprensión del cuerpo-alma; en Cáncer avanza el proceso de la encarnación física, seguido por el desenvolvimiento dual del cuerpo-alma o conciencia objetiva y subjetiva, y en Leo-Virgo aparece el hombre-Dios. Luego viene Libra, donde se alcanza, oportunamente, el punto de equilibrio entre el hombre espiritual y el personal, preparando la etapa para el quíntuple proceso final, que en realidad es la analogía subjetiva de la exteriorización en el Sendero de Ida, que se lleva a cabo en el Sendero de Vuelta, o sendero de Retorno. Después tiene lugar la reversión de la rueda y el comienzo de la nueva orientación o discipulado en Escorpio, la vida dirigida y controlada del discípulo en Sagitario, la iniciación en Capricornio, seguida por el servicio en Acuario y por el trabajo del Salvador del mundo en Piscis. Y la liberación final.

En este período mundial el signo de la Esfinge se divide en dos (el León y la Virgen, el alma y la forma), porque el estado de evolución humana y la comprensión consciente es una dualidad reconocida; sólo en el denominado “juicio final” se producirá otra fusión y Virgo-Libra formarán un sólo signo, porque entonces habrá finalizado el sentido del dualismo antagónico del hombre, y los platillos de la balanza se habrán inclinado finalmente a favor de lo que la Virgen-Madre ha ocultado para que no se exprese durante eones.

Desde el punto de vista de los signos, el zodíaco puede entenderse como un recorrido iniciático que muestra la primavera de la vida (aries-géminis), el verano de la vida (cáncer-virgo), el otoño (libra-sagitario), el invierno (capricornio-piscis), en los que en cada signo se desarrolla una cualidad del alma, desde el instinto hasta la inspiración. Desde el punto de vista de las casas, el recorrido se nace por las condiciones que nos da el medio ambiente, luchando por aprender en cada ámbito lo necesario para avanzar en el camino espiritual hasta llegar a la casa XII tal y como lo representan en la serie infantil Los Caballeros del zodiaco (Los Santos de Atenea). 

El destino del hombre está escrito en el Cielo y lo escribe durante su vida en la Tierra, calculando con frecuencia las consecuencias de sus actos.


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